CURSO 2014-2015


Curso 2017-2018
Comienza para vuestros hijos e hijas una nueva aventura llena de ilusiones, miedos, alegrías y ganas de jugar . Y ese será nuestro objetivo: que jugando aprendan, se relacionen y sobre todo que sean felices.
Un saludo.

LA HISTORIA DEL NIÑO QUE OLVIDÓ DIBUJAR

Un niño

Helen Buckley (1982)

Una vez el pequeño niño fue a la escuela. Era muy pequeñito y la escuela muy grande. Pero cuando el pequeño niño descubrió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta del frente, se sintió feliz.
Una mañana, estando el pequeño niño en la escuela, su maestra dijo:
- Hoy vamos a hacer un dibujo.
- Qué bueno- pensó el niño, a él le gustaba mucho dibujar, él podía hacer muchas cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y botes. Sacó su caja de colores y comenzó a dibujar.
Pero la maestra dijo:
– Esperen, no es hora de empezar. Y ella esperó a que todos estuvieran preparados.
- Ahora - dijo la maestra, - vamos a dibujar flores.
- ¡Qué bueno! – pensó el niño, – me gusta mucho dibujar flores, y empezó a dibujar preciosas flores con sus colores.
Pero la maestra dijo:
- Esperen, yo les enseñaré cómo. Y dibujó una flor roja con un tallo verde.
El pequeño miró la flor de la maestra y después miró la suya, a él le gustaba más su flor que la de la maestra, pero no dijo nada y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde igual a la de su maestra.
Otro día cuando el pequeño niño entraba a su clase, la maestra dijo:
- Hoy vamos a hacer algo con barro.
 - ¡Qué bueno! - pensó el niño - me gusta mucho el barro.
Él podía hacer muchas cosas con el barro: serpientes y elefantes, ratones y muñecos, camiones y carros y comenzó a estirar su bola de barro. Pero la maestra dijo:
- Esperen, no es hora de comenzar. Y luego esperó a que todos estuvieran preparados.
- Ahora- dijo la maestra- vamos a dibujar un plato.
- ¡Qué bueno! pensó el niño. A mí me gusta mucho hacer platos y comenzó a construir platos de distintas formas y tamaños. Pero la maestra dijo:
- Esperen, yo les enseñaré cómo. Y ella les enseñó a todos cómo hacer un profundo plato.
 -Aquí tienen - dijo la maestra- ahora pueden comenzar.
El pequeño niño miró el plato de la maestra y después miró el suyo. A él le gustaba más su plato, pero no dijo nada y comenzó a hacer uno igual al de su maestra.
Y muy pronto el pequeño niño aprendió a esperar y mirar, a hacer cosas iguales a las de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus propias ideas.
Ocurrió que un día, su familia, se mudó a otra casa y el pequeño comenzó a ir a otra escuela. En su primer día de clase, la maestra dijo:
 - Hoy vamos a hacer un dibujo.
 - Qué bueno! - pensó el pequeño niño y esperó que la maestra le dijera qué hacer. Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba dentro del salón. Cuando llegó hasta el pequeño niño ella dijo:
- ¿No quieres empezar tu dibujo?
- Sí, dijo el pequeño ¿qué vamos a hacer?
- No sé hasta que tú no lo hagas, dijo la maestra.
- ¿Y cómo lo hago? – preguntó.
- Como tú quieras, contestó.
- ¿Y de cualquier color?
- De cualquier color - dijo la maestra. Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo?
-Yo no sé- dijo el pequeño niño. Y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde.

Nosotras os proponemos este otro final:
Y comenzó a hacer flores de color rosa, naranja y azul. Le gustaba su nueva escuela.